CUANDO DIOS ERA MUJER por Mirka Knaster Tercera parte: En el comienzo era el útero


En el comienzo era el útero

En esa atmósfera de controversia, que Gimbutas no haya sido la primera en hacer afirmaciones acerca de un orden matrístico de pensamiento y de vida suele pasarse por alto. Campbell observa, sin embargo, en su prefacio que las publicaciones de Jakob Bachofen y de Lewis H. Morgan a mediados del siglo pasado demostraron la existencia de sistemas de parentesco matrilineal en Europa, Asia y América. Y en su best-seller El cáliz y la espada (1987), Riane Eisler cita hallazgos del arqueólogo británico James Mellaart, en Çatal Huyuk (ahora Turquía), en los años 60, que sugieren una organización social matrilineal y matrilocal (en que los matrimonios van a vivir con los parientes de la esposa).
Gimbutas no concuerda con los colegas que creen que nunca se llegará a conocer el significado del arte y de la religión prehistóricas. Si bien la escasez de fuentes puede hacer difícil la reconstrucción en otros casos, sostiene que en este no es así, y señala la rica documentación ya disponible en tumbas, templos, frescos, relieves, esculturas, figurinas y pinturas. Pero para analizarla es necesario ampliar el campo más allá de lo arqueológico para incluir mitología, fuentes históricas primitivas, lingüística, folklore y etnografía histórica. De este modo, El lenguaje de la Diosa es un estudio dentro de lo que ella ha bautizado ¨arqueomitología¨.
Como su propio background no tiene nada de estrecho –antes de ser arqueóloga estudió folklore, mitología y lingüística, llegando a leer en más de veinte idiomas europeos-, fue capaz de discernir en las figurinas lo que otros no habían advertido. “Nunca las consideré simples objetos de fertilidad, pornografía o mal gusto”, dice. “Lo que no se entendía era descrito a veces como objeto de culto, pero al mismo tiempo se lo descartaba y disminuía.”
Para muchos arqueólogos, hablar de espiritualidad es cosa de locos; según ellos la arqueología tiene que ver sólo con el plano material: clima, condiciones, suelo, casas, herramientas, explica Gimbutas. ¨No entienden lo importante que era la religión en la prehistoria de Europa; que la religión era un modo de vida y la vida era religión. Eran una sola cosa. La gente prehistórica vivía su mitología, pero hasta el día de hoy la arqueología de Europa está absolutamente separada de la investigación de la religión.¨
Fuera del ámbito académico la perspectiva de Gimbutas encuentra mucha aceptación. Eisler construyó ¨El cáliz y la espada¨ (17 ediciones hasta ahora) basándose en las ideas de Gimbutas. Allí sostiene que patriarcado, belicosidad y competitividad –características de lo que llama ¨sociedad de dominador¨- son desarrollos tardíos que se deben a los merodeadores indoeuropeos (la espada). Las culturas centradas en la Diosa, que amaban la tierra y prosperaban en un espíritu de cooperación, representaban una sociedad ¨de consorcio o de asociación¨ (el cáliz).
La obra de Eisler, se apoya en los estudios de varios arqueólogos, pero rinde “un honor muy especial” a Marija Gimbutas porque “ella ha sido la más explícita, la más valiente. Muchos han observado los datos pero han sido vacilantes”. Los académicos tienden a ser un grupo cauto, observa, pero esto va más allá de la cautela y del hecho de que la mayoría de los eruditos difieran en detalles de interpretación. Se trata de desafiar a las “vacas sagradas”.
¨La obra de Marija amenaza algunos de los paradigmas más establecidos: por ejemplo, que la dominación masculina ha sido siempre tal como es ahora, que la guerra existió siempre, y que si se adoró alguna vez a la Diosa, no se trató de una religión respetable sino de alguna clase de culto de fertilidad”, explica Eisler. Sus críticos “están tratando básicamente de descartar la posibilidad de que exista otra alternativa para la humanidad: un nuevo comienzo más holístico, más equilibrado, de ninguna manera ideal pero dotado de una diferente dirección. Marija está generando mucha resistencia precisamente por eso. También porque es mujer, y porque, francamente los demás no han despertado tanta atención como ella”.
La historiadora de arte Merlin Stone, cuya propia obra pionera sobre la adoración de la Diosa en todo el mundo (Cuando Dios era mujer, 1976) no despertó tal resistencia, sugiere por qué la erudición de Gimbutas puede ser objeto de críticas académicas. Si bien elogia El lenguaje de la Diosa como “análisis bellamente documentado de los símbolos y sistemas de creencias asociados con la veneración europea de la Diosa”, también comenta que “gran parte de su interpretación es especulativa, pero no es presentada como especulación”
No obstante, la analista jungiana Jean Shinoda Bolen, autora de Diosas en cada mujer(1984), señala que aunque hubiera conjeturas no científicas o intuitivas, ello no sería razón para descartar las conclusiones de Gimbutas. “Hay una especie de ‘¡ajá!’ que le llega al arqueólogo tanto como al psicólogo”, observa. Ambos usan la psique humana como instrumento para juntar las piezas que consiguen, ya sea fragmentos de la historia de alguien para entender el sentido de su vida o restos del pasado para entender la historia de un pueblo. “Sin embargo, la mente científica alega que no hay pruebas directas”, concluye.
Pese a las dificultades, Gimbutas ha continuado imperturbable con su obra. Recientemente completó La civilización de la Diosa: la Europa neolítica antes del patriarcado, que describe culturas de Rusia a Irlanda entre 8000 y 9000 a.C. Continuará con otro libro: La espiritualidad de la vieja Europa.
En cuanto a las primeras impresiones no del todo favorables publicadas por los diarios al conocerse El lenguaje de la Diosa, predice con confianza que “el futuro eliminará lo que estaba equivocado. El conocimiento de la Diosa se difundirá como semillas, y de estas semillas algo nacerá, tal vez una generación después de mí”. Tal como la medicina occidental sufre de una exagerada especialización, al dividir el cuerpo en distintas partes tratadas por expertos diferentes, nuestro sistema universitario adolece también de compartimentalización. “No vamos a mirar lo que hay en la otra caja”, dice, y luego pregunta: “¿Por qué hay que separar?”, refiriéndose a que etnología, folklore, mitología y religión son separados de la arqueología.
Pero el optimismo es un rasgo que Gimbutas nunca parece abandonar, no importan los obstáculos que haya que vencer. ¨Ahora tendremos los ojos abiertos en cuanto a lo que existió en el pasado, y empezaremos a interpretarlo de maneras diferentes.¨, dice. ¨Ya no veremos sólo a bárbaros luchando unos con otros, guerra tras guerra. Es bueno saber que hubo alguna cultura mejor que la nuestra. Ella debería servirnos de modelo. Porque no podemos vivir si no creemos en comienzos benévolos.¨

Extraído de la Revista Uno Mismo Nº 119, mayo 1993, páginas 58-60-61-150-151

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