¿Otra novela utópica? ¿Una fantasía feminista? Nada de eso, según Marija Gimbutas, profesora de arqueología en la UCLA (Universidad de California en Los Angeles) y ex curadora de arqueología del Mundo Antiguo en el Museo de Historia Cultural de la misma universidad. La escena que acabamos de visualizar es “nuestra auténtica herencia europea”, afirma Gimbutas. Europa no es sólo una historia de agresión y violencia llena de catástrofes y de figuras tipo Hitler o Stalin. Una cultura como la que hemos descrito floreció en tiempos neolíticos en la Europa sudoriental (7.000-3.000 a.C.) y occidental (4.500-2.500 a.C.). Pero a fines del quinto milenio, indoeuropeos o ¨kurganos¨ (del ruso que significa túmulo, ya que enterraban a sus muertos en túmulos redondos) iniciaron repetidas incursiones a caballo, armados de dagas, desde las estepas rusas. En dos mil años destruyeron la sociedad matrilineal de la vieja Europa -no matriarcal, corrige Gimbutas-, en que la descendencia se establecía a través de la línea femenina, y la reemplazaron por el patriarcado. La Diosa nutricia fue sustituida por panteones de dioses masculinos, y sus diversas manifestaciones pasaron a ser sus esposas, consortes e hijas.
Extraído de la Revista Uno Mismo Nº 119, mayo 1993, página 56
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