A nuestro alrededor la tierra yerma, espejo de nuestra alma, clama por el agua de la vida. Las voces del planeta tratan de hacerse oír por sobre los estruendos, los fragores ciudadanos, los estallidos de una psique colectiva que se ha desenfrenado y corre ya por los caminos del pánico violento. De un pavor disfrazado de bravata sanguinaria que está tratando de ocultar el desamparo, la debilidad inerme del hijo que se ha quedado sin la Madre.
Los alardes de fuerza (el gatillo rápido, las violaciones, los misiles) son solamente carencia de poder. El poder de que se habla no es más que prepotencia. Por eso la esperanza de la especie reside en nuevos seres potenciados desde adentro, que construyan afuera una cultura acorde con su cordura interior.
La Potenciadora ya trabaja para ellos. Lentamente madura en las mujeres que están abiertas para dar salida a lo consciente femenino. Poco a poco se instala en sus centros sensibles para fortalecerlas, y las prepara como instrumentos afinados que le permitirán llegar al mundo con nuevas instrucciones, otros métodos, renovados tesoros de sabiduría práctica que den potenciación.
Todas podremos ser canales de poder si lo aceptamos. Si comprendemos que con nuestros pies la Diosa puede caminar otra vez sobre la tierra. Si nos unimos como ente colectivo redentor que puede dar a luz, nutrir y potenciar a una humanidad más sana.
Fragmento del libro "La Diosa en Nosotras" por Ethel Morgan
Agradezco la imagen a Clio Wondrausch
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