9 En la vida creativa, rica, siempre llega un momento en que todo parece inmutable o perdido. Esto es necesario.
Quizá sería mejor llamar a la fuerza creativa de la psique una ¨apertura¨ o ¨meridiano¨ de la psique, pues por ella se vierten materiales centrales y periféricos que ¨no somos nosotros¨ y, sin embargo, se convierten en parte nuestra. A estos materiales sólo accedemos mediante un trabajo arduo y, por eso mismo, nos hacen ser más de lo que éramos.
Cuando nuestra vida creativa se debilita y nos sentimos perdidos y como muertos, ese territorio parece estar enterrado, pero no lo está. Perdura, al igual que las estrellas durante el día, que permanecen en su lugar aunque no podamos sentirlas o verlas por un tiempo. No poder verla, no sentirse cerca de la vida creativa propia, aunque sepamos que sigue existiendo en algún lugar recóndito de nuestra psique, nos provoca temor y tristeza.
En el mito ocurre algo similar. La oscuridad se adueña de la tierra. Deméter, la Gran Madre, llama a su hija pero no recibe respuesta alguna. Siente terror al darse cuenta de que Perséfone se ha desvanecido. Se suelta la larga cabellera y, usándola como alas oscuras, sobrevuela toda la tierra buscando a su hija, sin hallarla por ninguna parte. Al igual que las personas que dejan de sentirse vivas tras haber recibido una emoción muy violenta, tiene una reacción dramática: se vuelve infecunda. La vida deja de importarle.
La gente creativa designa ese sentimiento con una expresión más coloquial: ¨estar bloqueado¨. Como las personas ¨bloqueadas¨, Deméter tiene emoción pero no energía, tiene poder pero ya no sabe cómo usarlo. Tiene pasión pero no le interesa la vida.
Como resultado de su gran pérdida, descuida dar alimento a la vida. Todos los cultivos mueren: el maíz, el trigo, los campos mueren; mueren las flores y los árboles. El mundo se convierte en un paraje yermo y devastado que refleja la esterilidad de Deméter. Al perder a Perséfone, ha perdido la fuerza creativa.
Todos los que se dedican a la vida creativa sufren la pérdida de la creatividad utópica. La primera pérdida de la inocencia acerca de la realidad de los ciclos creativos, suele ser la más dolorosa. Sólo salimos adelante si nos damos cuenta, cuando llega esa primera vez, de que la pérdida y el dolor son partes del ciclo creador, y siempre será así. Habrá un tiempo de generosidad, otro de oscuridad; un tiempo de plenitud, otro de carestía. Y así una y otra vez.
Esto no debería desesperarte. Por el contrario, debería darte esperanza. Desnudo de tus fantasías, sumergido en las frías aguas de la realidad psíquica, avanzas en un proceso increíble, al que Jung denominó ¨el viaje del héroe¨. Si heroísmo es no dejarse detener por una pérdida, avanzar de noche por un territorio desconocido, si te sientes aterrorizado pero igual prosigues, entonces, no importan los resultados, estás en camino. Sigue adelante. Eso es, precisamente, lo que los héroes hacen una y otra vez, siguen adelante.
No importa cuál sea tu arte –la música, el diseño, el teatro, la pintura, la escultura, la escritura, la repostería, cómo dispondrás esa silla en el living de tu casa o dónde plantarás esos bulbos en primavera–, tu arte está relacionado con la fuerza creativa. Te sientes seguro, y todo va bien hasta que, de pronto, el juego se termina. En un abrir y cerrar de ojos, la tierra se abre y, no importa cuánto hayas cuidado de lo que tenías, desaparece. Nos sentimos confundidos y murmuramos: ¨Bueno, no sé qué pasó. Se evaporó¨. ¨Eso¨ que era nuestra idea o inspiración, nuestro talento o nuestra vitalidad, nuestra agudeza, energía o ingenio, desapareció.
Surgió algo de las profundidades del inconsciente y se apoderó del espíritu del juego, ese duende deambulante que tanto contribuye a la animación verdadera de nuestra vida.
La vida creativa esperará a que te sobrepongas.
Deméter deambula por toda la tierra buscando a su hija. A menudo, tú también caminarás sin rumbo durante mucho tiempo. Si has sido muy creativo, si estabas completamente compenetrado en un proyecto y de golpe caes en un punto muerto, es difícil entender qué sucedió, adónde se fue tu pasta creativa. Es posible, entonces, que te enfrentes con el ¨dilema de Deméter¨. Una parte tuya ha caído, surgió algo del inconsciente que te ha robado un aspecto esencial.
No sabes dónde está, no sabes cómo pasó, no puedes siquiera pensar; y, especialmente aún no has experimentado lo bastante para conocer los ciclos de la vida creativa: atesoramientos y desprendimientos, pérdidas y encuentros, creaciones y hurtos, trabajos en la luz y hundimientos en la oscuridad repentina. Comienzas una búsqueda sin rumbo fijo. Pero no debe ser como el deambular de Perséfone para ver qué puedes encontrar. Dar vueltas así no te llevará a ninguna parte, no tiene sentido esperar que mágicamente se acomoden los pensamientos, y que las esperanzas, la sensibilidad y la percepción regresen.
Entre la gente que crea para vivir y/o porque debe hacerlo son muy comunes ciertas prácticas. Los escritores, por ejemplo, sacan punta a su lápiz cuarenta y cinco veces antes de sentarse a escribir una sola palabra. Ni bien se sientan, vuelven a levantarse para salir a comprar un cuaderno nuevo, de color rojo, para levantarles el ánimo. Se sientan en el parque, limpian la oficina, charlan con un amigo. Todos tenemos la vana esperanza de que estas distracciones den resultado. No es así, pues lo que se ha extraviado, se perdió dentro del inconsciente. Sólo podrá recobrarse si se lo busca en el interior y no afuera. ¿Me comprendes? Lo que estás buscando, también te está buscando a ti.
Cuando nuestra vida creativa se debilita y nos sentimos perdidos y como muertos, ese territorio parece estar enterrado, pero no lo está. Perdura, al igual que las estrellas durante el día, que permanecen en su lugar aunque no podamos sentirlas o verlas por un tiempo. No poder verla, no sentirse cerca de la vida creativa propia, aunque sepamos que sigue existiendo en algún lugar recóndito de nuestra psique, nos provoca temor y tristeza.
En el mito ocurre algo similar. La oscuridad se adueña de la tierra. Deméter, la Gran Madre, llama a su hija pero no recibe respuesta alguna. Siente terror al darse cuenta de que Perséfone se ha desvanecido. Se suelta la larga cabellera y, usándola como alas oscuras, sobrevuela toda la tierra buscando a su hija, sin hallarla por ninguna parte. Al igual que las personas que dejan de sentirse vivas tras haber recibido una emoción muy violenta, tiene una reacción dramática: se vuelve infecunda. La vida deja de importarle.
La gente creativa designa ese sentimiento con una expresión más coloquial: ¨estar bloqueado¨. Como las personas ¨bloqueadas¨, Deméter tiene emoción pero no energía, tiene poder pero ya no sabe cómo usarlo. Tiene pasión pero no le interesa la vida.
Como resultado de su gran pérdida, descuida dar alimento a la vida. Todos los cultivos mueren: el maíz, el trigo, los campos mueren; mueren las flores y los árboles. El mundo se convierte en un paraje yermo y devastado que refleja la esterilidad de Deméter. Al perder a Perséfone, ha perdido la fuerza creativa.
Todos los que se dedican a la vida creativa sufren la pérdida de la creatividad utópica. La primera pérdida de la inocencia acerca de la realidad de los ciclos creativos, suele ser la más dolorosa. Sólo salimos adelante si nos damos cuenta, cuando llega esa primera vez, de que la pérdida y el dolor son partes del ciclo creador, y siempre será así. Habrá un tiempo de generosidad, otro de oscuridad; un tiempo de plenitud, otro de carestía. Y así una y otra vez.
Esto no debería desesperarte. Por el contrario, debería darte esperanza. Desnudo de tus fantasías, sumergido en las frías aguas de la realidad psíquica, avanzas en un proceso increíble, al que Jung denominó ¨el viaje del héroe¨. Si heroísmo es no dejarse detener por una pérdida, avanzar de noche por un territorio desconocido, si te sientes aterrorizado pero igual prosigues, entonces, no importan los resultados, estás en camino. Sigue adelante. Eso es, precisamente, lo que los héroes hacen una y otra vez, siguen adelante.
No importa cuál sea tu arte –la música, el diseño, el teatro, la pintura, la escultura, la escritura, la repostería, cómo dispondrás esa silla en el living de tu casa o dónde plantarás esos bulbos en primavera–, tu arte está relacionado con la fuerza creativa. Te sientes seguro, y todo va bien hasta que, de pronto, el juego se termina. En un abrir y cerrar de ojos, la tierra se abre y, no importa cuánto hayas cuidado de lo que tenías, desaparece. Nos sentimos confundidos y murmuramos: ¨Bueno, no sé qué pasó. Se evaporó¨. ¨Eso¨ que era nuestra idea o inspiración, nuestro talento o nuestra vitalidad, nuestra agudeza, energía o ingenio, desapareció.
Surgió algo de las profundidades del inconsciente y se apoderó del espíritu del juego, ese duende deambulante que tanto contribuye a la animación verdadera de nuestra vida.
La vida creativa esperará a que te sobrepongas.
Deméter deambula por toda la tierra buscando a su hija. A menudo, tú también caminarás sin rumbo durante mucho tiempo. Si has sido muy creativo, si estabas completamente compenetrado en un proyecto y de golpe caes en un punto muerto, es difícil entender qué sucedió, adónde se fue tu pasta creativa. Es posible, entonces, que te enfrentes con el ¨dilema de Deméter¨. Una parte tuya ha caído, surgió algo del inconsciente que te ha robado un aspecto esencial.
No sabes dónde está, no sabes cómo pasó, no puedes siquiera pensar; y, especialmente aún no has experimentado lo bastante para conocer los ciclos de la vida creativa: atesoramientos y desprendimientos, pérdidas y encuentros, creaciones y hurtos, trabajos en la luz y hundimientos en la oscuridad repentina. Comienzas una búsqueda sin rumbo fijo. Pero no debe ser como el deambular de Perséfone para ver qué puedes encontrar. Dar vueltas así no te llevará a ninguna parte, no tiene sentido esperar que mágicamente se acomoden los pensamientos, y que las esperanzas, la sensibilidad y la percepción regresen.
Entre la gente que crea para vivir y/o porque debe hacerlo son muy comunes ciertas prácticas. Los escritores, por ejemplo, sacan punta a su lápiz cuarenta y cinco veces antes de sentarse a escribir una sola palabra. Ni bien se sientan, vuelven a levantarse para salir a comprar un cuaderno nuevo, de color rojo, para levantarles el ánimo. Se sientan en el parque, limpian la oficina, charlan con un amigo. Todos tenemos la vana esperanza de que estas distracciones den resultado. No es así, pues lo que se ha extraviado, se perdió dentro del inconsciente. Sólo podrá recobrarse si se lo busca en el interior y no afuera. ¿Me comprendes? Lo que estás buscando, también te está buscando a ti.
Clarissa Pinkola Estés
Selección y traducción de Alejandra Abajo y Leandro Wolfson,
Selección y traducción de Alejandra Abajo y Leandro Wolfson,
del audio libro The Creative Fire: Myths and Stories about the Cycles of Creativity (El Fuego Creativo: Mitos y Cuentos sobre los Ciclos de la Creatividad)
para la Revista Uno Mismo, nº 138, diciembre 1994, pps. 34-42
Digitalizado por Omar Daniel Pereira para Palabra Chamánica.
Digitalizado por Omar Daniel Pereira para Palabra Chamánica.
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