Marosa di Giorgio... la druidesa del jardín



A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar a la alcoba, se me aparecían los ángeles. 

Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas blancas como la nieve o color rosa.
A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos; se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda hasta los suelos...). 
Otros eran como mariposas negras pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo, un número increíble.
Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo, hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.


Marosa Di Giorgio 

"Historial de las violetas"
1965

EN EL JARDÍN...

Si hubiera sido mariposa... Marosa di Giorgio

Si hubiera nacido mariposa ¿cómo sería? 

El cerebro diminuto, alado, puntos brillantes en la espalda, los pies de hilo, siguiendo a Mario, paso a paso, ala y ala, todo un día eterno, como la princesa del encanto, en la luna y en el sol, en la parra y en el sueño. 

Del tamaño de un rumor en sus pestañas, él me ve dormido, siente una mariposa por la frente, por los ojos. 
Y que ella ¡oh! le dice: Yo te quiero.
Y que agrega:
-Nada es verdad. Sólo eso.

Marosa Di Giorgio
"La flor de Lis"