EL VIAJE DE LA HEROÍNA por Germana Martin


Las mujeres que nos encontramos entre los treinta y los cincuenta años, al decir de Maureen Murdock, hemos transitado el estereotípico viaje heroico masculino buscando la aprobación de la sociedad y de lo externo. Hemos pasado gran parte de nuestra vida buscando reconocimiento fuera de nosotras mismas: nuestros padres, nuestra familia, nuestra pareja, nuestros amigos. Es decir, depositando nuestra autoestima y bienestar en los otros.

Muchas de nosotras nos hemos esforzado por cumplir con todos los mandatos patriarcales: tener una carrera profesional, ser independientes económicamente, obtener el éxito en lo que realizamos, etc. etc. Y cuando llegamos a este lugar de logros y metas alcanzadas, nos preguntamos ¿Para qué sirve todo esto?

Tomamos conciencia de todo lo que hemos sacrificado de nuestras vidas por seguir estos modelos impuestos, sin escuchar nuestras propias necesidades femeninas, sin respetar nuestros ciclos, nuestra naturaleza intuitiva, nuestros instintos sabios, nuestra voz más genuina y ancestral. Hemos seguido un modelo que niega lo que en realidad somos.

Es entonces, al llegar a este momento de crisis (cambio), cuando decidimos abrazar nuevamente nuestra verdadera naturaleza, recuperando nuestro valor como mujeres y sanando la herida de lo femenino.

Este viaje interior es muy importante, quizá lo hayamos empezado hace algún tiempo, y su punto de arribo es convertirnos en seres humanos integrados, equilibrados, completos.
Como en la mayoría de los viajes interiores el camino no es fácil. El sendero que recorremos como heroínas no tiene mapas, ni señales, ni guías turísticos. Nuestra propia intuición, nuestra energía femenina es la que nos guía como única brújula.
Es un viaje que no sigue caminos rectos, que nos conduce por lugares que parecen los mismos, haciéndonos sentir desorientadas o perdidas. Raramente contaremos con ayuda del mundo exterior y muy frecuentemente se nos boicoteará o interferirá en nuestro andar.
Algunas veces este viaje interno es consciente pero en otras ocasiones no lo es, generándose así en nosotras un significativo malestar emocional, conflictos con nuestros vínculos más próximos, enfermedades psicosomáticas y cierta insatisfacción que comienza a inquietarnos cada día más.
El viaje de la heroína es un recorrido psíquico y espiritual que nos lleva finalmente a una totalidad donde se integran todas las partes de nuestra naturaleza. 

“Todas nosotras podemos considerar nuestra propia vida como una historia que se desarrolla a través de una serie de experiencias cíclicas, cada una de las cuales tiene tres fases: separación, prueba (proceso de aprendizaje), retorno.”
Linda Sussman

El viaje fue iniciado hace un tiempo ya, cuando salimos a buscar nuestra propia identidad en una cultura signada por lo masculino y alejándonos de lo Femenino.
En esa primera etapa de nuestra vida hemos desarrollado habilidades masculinas, nos hemos vuelto competitivas y productivas, buscando el éxito en lo externo y en todo aquello que nos prometía nuestra cultura.
Hemos logrado todo lo que nos habíamos propuesto y, sin embargo, nos sentimos vacías, temerosas, indecisas o frustradas ¿Qué nos sucede entonces? ¿De qué nos ha servido todo esto?
Creo que la respuesta es que hemos perdido la relación íntima con nosotras mismas.
Joseph Campbell nos dice: “el interés primordial de la mujer es el criar. Puede criar un cuerpo, un alma, una civilización, una comunidad. Si no tiene nada que criar, de alguna forma pierde el sentido de su función.” Maureen Murdock agrega: “muchas mujeres que han abrazado el viaje heroico masculino han olvidado cómo criar, cómo criarse a sí mismas.”
Es así como, luego de enfrentarnos con el vacío al que nos arroja el modelo masculino, ya que nos hace sentir incompletas, salimos a buscar nuestra perdida alma femenina.
En este tramo del viaje heroico pasamos por momentos de confusión y de dolor, de enojo y de tristeza, buscando los pedazos de nosotras mismas que hemos perdido en el camino hasta hoy.
Debemos aprender nuevamente a escucharnos, a reconocernos, a percibir nuestro cuerpo y nuestro corazón. Debemos encontrar el camino de regreso a casa y es natural que tengamos miedo, ya que nos sentimos desprotegidas y confusas en un mundo de reglas masculinas, sin embargo contamos con nuestra sabiduría instintiva que es la que nos guiará de aquí en más.
Es en este momento de nuestras vidas, cuando sentimos muy fuertemente el anhelo de reunirnos con nuestra naturaleza femenina y curar esta ruptura.

“Cuando una mujer decide dejar de jugar según las reglas patriarcales, no tiene indicadores que le digan cómo actuar y sentir. Cuando no quiere ya perpetuar formas arcaicas, la vida se hace emocionante, terrorífica.”
Maureen Murdock

“El cambio asusta, pero donde hay miedo hay poder. Si aprendemos a sentir nuestro miedo sin dejar que nos detenga, el miedo se convierte en aliado, en una señal que nos dice que algo que hemos encontrado puede ser transformado. A menudo nuestra verdadera fuerza no radica en aquello que representa lo familiar, lo cómodo o positivo, sino en nuestro propio miedo y en nuestra resistencia a cambiar”
Starhawk

Al enumerar las etapas del viaje, hemos dicho que luego de un inicial alejamiento y rechazo de lo femenino (que se manifiesta también en un alejamiento y ruptura con la madre) nos sumergimos en el mundo masculino para conseguir lo que esta cultura patriarcal nos ofrece engañosamente como valioso.
Luego de este descenso que puede manifestarse de muchas maneras (depresión, ansiedad, confusión, pánico) comenzamos poco a poco a curar la herida que nos ocasionó la separación de nuestro universo femenino.
A este proceso Murdock lo llama sanación de la herida Madre/Hija, aunque esto puede o no coincidir con una curación literal de la relación con nuestras madres. Esta curación se dará dentro de nosotras cuando comencemos a nutrirnos, a conectarnos con nuestra intuición, nuestra sexualidad, nuestra creatividad y nuestro sentido del humor.
Es importante también que podamos identificar y rescatar todo lo masculino que nos ha enriquecido para poder integrar ambos aspectos, lo femenino y lo masculino.
Maureen Murdock explica muy claramente esta integración:

“La heroína tiene que convertirse en una guerrera espiritual. Esto exige que aprenda el delicado arte del equilibrio y tenga la paciencia para permitir la lenta y sutil integración de los aspectos femenino y masculino de sí misma. Primeramente anhela perder su ser femenino y fundirse con lo masculino, y una vez que lo ha hecho, empieza a darse cuenta de que esto no es ni la respuesta ni el fin. No debe descartar ni renunciar a lo que ha aprendido a través de su búsqueda heroica, sino que debe aprender a ver lo que con tanto esfuerzo ha aprendido y logrado, no tanto como una meta, sino como una parte de todo el viaje. Entonces empezará a usar estas habilidades que ha aprendido para la obra más ingente de unir a los demás, en lugar de usarlo para su propio beneficio personal. Este es el matrimonio sagrado de lo femenino y lo masculino: cuando una mujer puede servir de verdad, no sólo a las necesidades de los otros, sino a la vez responder y valorar las suyas propias.”

Si bien este viaje es todo un desafío que puede parecernos peligroso, es la más maravillosa aventura que podamos emprender.
En los momentos difíciles o confusos deberemos recordar que ninguna heroína viaja sola. Contaremos con muchas aliadas en nuestro camino, para vencer obstáculos y compartir dones, para acompañarnos en los momentos de crisis y celebrar juntas cada uno de nuestros logros.
Habremos aprendido a generar nuestros propios espacios, creando círculos de mujeres donde seremos escuchadas y contenidas, donde podremos espejarnos en nuestras compañeras de ruta sin ser juzgadas ni rechazadas.
Seremos maestras unas de otras, en un crecimiento mutuo que nos enriquecerá como individuos, haciendo extensivo este bienestar a nuestros seres más próximos como así también a nuestra comunidad.
Juntas transitaremos este sendero de retorno hacia lo Femenino Sagrado: nuestros mitos, nuestras diosas, los arquetipos que atesoran nuestra auténtica esencia de mujeres; todo aquello que nos llevará, paso a paso, hacia el centro de nosotras mismas.

 ©Germana Martin
Artículo basado en la interpretación del libro de
Maureen Murdock "Ser Mujer.Un viaje heroico"

La imagen es de Adelaida Guevara (México)
Ha sido tomada de su blog "mon petit monde"
http://adeguevara.blogspot.com/