SOMOS SANADORAS ESPIRITUALES... por Marianne Williamson


"Somos sanadoras espirituales vestidas con disfraces mundanos. Tratamos de encontrar un marco masculino para nuestros poderes femeninos, pero no sé muy bien por qué. Debemos dirigir con el poder de nuestra inteligencia femenina y permitir que surjan nuevas profesiones a su alrededor. Primero, hemos de comprometernos de corazón a sanar el mundo, entregarnos a la idea de que hemos nacido mujeres para hacerlo. Esta toma de conciencia libera un poder que se abre paso a través de la confusión y las energías más bajas del mundo, para crear las circunstancias que nos ayuden en nuestra tarea más elevada.
Conozco a muchas mujeres que ya viven en sintonía con su radar femenino, al mismo tiempo que están entregadas a profesiones mundanas. Forjan caminos de participación femenina en la danza del mundo. Conocen el propósito fundamental de su carrera, el mismo que el de su cuerpo y sus relaciones: hacer el trabajo de la Diosa, hacer lo que puedan para dar a luz un mundo nuevo. En última instancia no importa si creamos una empresa, cuidamos un niño, producimos una película o preparamos una sopa. Lo que de verdad importa es que lo hagamos con amor."


Marianne Williamson
El Valor de lo Femenino
Arte: Tascha Parkinson

EL VIAJE DE LA MUJER HEROÍNA. ENTREVISTA CON MAUREEN MURDOCK (psicoterapeuta junguiana y educadora)



Todo empieza con una sensación de vacío, un sentimiento de vacío común en todas las mujeres de este tiempo “que las hace sospechar que su naturaleza femenina, al igual que Perséfone, se ha ido al infierno”. Este es el punto de partida del trabajo de Maureen Murdock, cuya obra “Ser Mujer. Un Viaje heroico” ha conseguido inspirar a miles de mujeres en todo el mundo y es un best seller internacional.

Murdock es escritora, psicoterapeuta junguiana y licenciada en terapia familiar, especializada en Desarrollo Humano. En su trabajo como terapeuta de mujeres, observó en ellas una pauta de insatisfacción constante por los éxitos profesionales, que describían como una sensación de aridez o vacío, de muerte espiritual, junto con la pregunta ¿para qué sirve todo esto?. Según la psicoterapeuta norteamericana, es aquí cuando se revela la búsqueda de la mujer hoy en día, la búsqueda del abrazo a su naturaleza femenina, de aprender a valorarse como mujer y a curar la herida de lo femenino. Se trata de un profundo viaje interior cuyo punto de llegada es un ser humano integrado, equilibrado y completo. Maureen Murdock representa este proceso como un viaje mítico que, en parte, evoca al modelo de búsqueda heroica descrita por Joseph Campbell, pero con etapas y lenguaje peculiares y propios para las mujeres.

Este proceso se inicia cuando la mujer rechaza su naturaleza femenina, identificada por miles de años de patriarcado como pasiva, voluble, débil, inferior, dependiente, demasiado emotiva e improductiva. En su afán por librarse de estas asociaciones negativas, las mujeres se han ido identificando progresivamente con los valores masculinos de nuestra cultura, generando un desequilibrio interno dentro de sí que las ha dejado marcadas y heridas. Así, muchas mujeres que han hallado reconocimiento en una sociedad dominada por los hombres, al final, éste “éxito” les ha resultado insuficiente e, incluso, destructivo. El hecho de tomar conciencia de todo esto, permite a la mujer reconectarse de nuevo con lo femenino, hasta alcanzar su plenitud personal.

Y, ¿cómo describe Maureen Murdock todo este proceso? En primer lugar, el viaje comienza con la búsqueda de la identidad de la mujer (puede producirse por muchas circunstancias: una enfermedad o un accidente, el final de una relación, la muerte de un padre o un hijo, un sueño frustrado, insatisfacción, etc.), cuando el “viejo ser” ya no vale y la mujer empieza un descenso hacia su interior, un camino de vagar sin rumbo, de pena y de rabia, de destronar reyes, de buscar los pedazos perdidos de una misma y de encontrarse con la sombra femenina. En este período, se empieza a curar la herida que resultó del rechazo inicial de lo femenino, la ruptura madre/hija, y se comienzan a nutrir los propios sentimientos, la intuición, la sexualidad, la creatividad o el sentido del humor. Y, también, las ganas de hacer proyectos creativos, de conectar con la naturaleza, de descubrir el cuerpo y de disfrutar de la compañía de otras mujeres. Es una etapa de decisiones.