NO HABLES CON TU HIJA SOBRE SU CUERPO por María Montessori


No hables con tu hija sobre su cuerpo.

No hables con tu hija sobre su cuerpo, salvo para enseñarle cómo funciona. No hables con tu hija sobre su cuerpo. No le digas nada si ha perdido peso. No le digas nada si ha subido de peso. Si crees que el cuerpo de tu hija se ve genial, no lo digas. He aquí algunas cosas que puedes decirle en su lugar:

“¡Te ves muy saludable!”, es una muy buena opción.

¿O qué tal: “Te ves muy fuerte”? O: “Se nota que eres feliz : brillas”. Mejor aún: halaga algo en ella que no tenga nada que ver con su cuerpo.

Tampoco hagas comentarios sobre el cuerpo de otras mujeres. No. Ni uno solo; ni positivo ni negativo. Enséñale a ser amable con los otros, pero también a ser amable consigo misma.
No te atrevas a hablar sobre cuánto odias tu cuerpo frente a tu hija, o a hablar sobre tu nueva dieta. Mejor aún, no hagas dieta frente a tu hija. Compra comida saludable. Prepara comidas saludables. Pero, no digas “por ahora no estoy comiendo carbohidratos”. Tu hija no debe de pensar que los carbohidratos son malos, porque sentir vergüenza por lo que comes solo se traduce en sentir vergüenza de ti misma.


Anima a tu hija a correr porque eso la hace sentirse menos estresada. Anímala a subir montañas porque no hay ningún lugar mejor para explorar su espiritualidad que la cima del universo. Anímala a surfear, a escalar paredes o a andar en bicicleta de montaña porque la atemoriza, y eso a veces es algo bueno.
Ayuda a tu hija a amar el fútbol, a remar o el hockey, porque los deportes hacen de ella una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que no importa qué edad tenga, nunca dejará de necesitar saber jugar bien en equipo. Nunca le hagas jugar o practicar un deporte que no adore por completo.


Demuéstrale que las mujeres no necesitan de un hombre para mover muebles. Enséñale a cocinar. Herédale la receta de tu mamá de ese pastel de café de Navidad. Herédale tu amor por pasar tiempo al aire libre.
Quizá tú y tu hija tengan muslos gruesos o una caja torácica ancha. Es fácil odiar estas partes del cuerpo tan lejos de la talla cero. No lo hagas. Dile a tu hija que, si quiere, con sus piernas puede correr un maratón, y que su tórax no es otra cosa que un buen estuche para cargar unos pulmones fuertes. Puede gritar, puede cantar y puede levantar el mundo, si quiere.


*Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo para mover su hermosa alma.*

María Montessori
Arte: Erika Husselmann

SOMOS SANADORAS ESPIRITUALES... por Marianne Williamson


"Somos sanadoras espirituales vestidas con disfraces mundanos. Tratamos de encontrar un marco masculino para nuestros poderes femeninos, pero no sé muy bien por qué. Debemos dirigir con el poder de nuestra inteligencia femenina y permitir que surjan nuevas profesiones a su alrededor. Primero, hemos de comprometernos de corazón a sanar el mundo, entregarnos a la idea de que hemos nacido mujeres para hacerlo. Esta toma de conciencia libera un poder que se abre paso a través de la confusión y las energías más bajas del mundo, para crear las circunstancias que nos ayuden en nuestra tarea más elevada.
Conozco a muchas mujeres que ya viven en sintonía con su radar femenino, al mismo tiempo que están entregadas a profesiones mundanas. Forjan caminos de participación femenina en la danza del mundo. Conocen el propósito fundamental de su carrera, el mismo que el de su cuerpo y sus relaciones: hacer el trabajo de la Diosa, hacer lo que puedan para dar a luz un mundo nuevo. En última instancia no importa si creamos una empresa, cuidamos un niño, producimos una película o preparamos una sopa. Lo que de verdad importa es que lo hagamos con amor."


Marianne Williamson
El Valor de lo Femenino
Arte: Tascha Parkinson

EL VIAJE DE LA MUJER HEROÍNA. ENTREVISTA CON MAUREEN MURDOCK (psicoterapeuta junguiana y educadora)



Todo empieza con una sensación de vacío, un sentimiento de vacío común en todas las mujeres de este tiempo “que las hace sospechar que su naturaleza femenina, al igual que Perséfone, se ha ido al infierno”. Este es el punto de partida del trabajo de Maureen Murdock, cuya obra “Ser Mujer. Un Viaje heroico” ha conseguido inspirar a miles de mujeres en todo el mundo y es un best seller internacional.

Murdock es escritora, psicoterapeuta junguiana y licenciada en terapia familiar, especializada en Desarrollo Humano. En su trabajo como terapeuta de mujeres, observó en ellas una pauta de insatisfacción constante por los éxitos profesionales, que describían como una sensación de aridez o vacío, de muerte espiritual, junto con la pregunta ¿para qué sirve todo esto?. Según la psicoterapeuta norteamericana, es aquí cuando se revela la búsqueda de la mujer hoy en día, la búsqueda del abrazo a su naturaleza femenina, de aprender a valorarse como mujer y a curar la herida de lo femenino. Se trata de un profundo viaje interior cuyo punto de llegada es un ser humano integrado, equilibrado y completo. Maureen Murdock representa este proceso como un viaje mítico que, en parte, evoca al modelo de búsqueda heroica descrita por Joseph Campbell, pero con etapas y lenguaje peculiares y propios para las mujeres.

Este proceso se inicia cuando la mujer rechaza su naturaleza femenina, identificada por miles de años de patriarcado como pasiva, voluble, débil, inferior, dependiente, demasiado emotiva e improductiva. En su afán por librarse de estas asociaciones negativas, las mujeres se han ido identificando progresivamente con los valores masculinos de nuestra cultura, generando un desequilibrio interno dentro de sí que las ha dejado marcadas y heridas. Así, muchas mujeres que han hallado reconocimiento en una sociedad dominada por los hombres, al final, éste “éxito” les ha resultado insuficiente e, incluso, destructivo. El hecho de tomar conciencia de todo esto, permite a la mujer reconectarse de nuevo con lo femenino, hasta alcanzar su plenitud personal.

Y, ¿cómo describe Maureen Murdock todo este proceso? En primer lugar, el viaje comienza con la búsqueda de la identidad de la mujer (puede producirse por muchas circunstancias: una enfermedad o un accidente, el final de una relación, la muerte de un padre o un hijo, un sueño frustrado, insatisfacción, etc.), cuando el “viejo ser” ya no vale y la mujer empieza un descenso hacia su interior, un camino de vagar sin rumbo, de pena y de rabia, de destronar reyes, de buscar los pedazos perdidos de una misma y de encontrarse con la sombra femenina. En este período, se empieza a curar la herida que resultó del rechazo inicial de lo femenino, la ruptura madre/hija, y se comienzan a nutrir los propios sentimientos, la intuición, la sexualidad, la creatividad o el sentido del humor. Y, también, las ganas de hacer proyectos creativos, de conectar con la naturaleza, de descubrir el cuerpo y de disfrutar de la compañía de otras mujeres. Es una etapa de decisiones.

EL CENTRO DE LA CRUZ por Paule Salomon



¿Y si el resplandor espiritual descansa en lo más recóndito del sexo y del vientre de la mujer? ¿Y si le corresponde a ella hacerlo surgir de las mutilaciones y las culpas? La sacerdotisa reconocida deja entonces paso a un nuevo sacerdote, no el de la castración y el hábito, sino un hombre de una inmensa dulzura aliada con su fuerza, capaz de acoger a una mujer y dejar que ella lo acoja para compartir el infinito del amor. El trayecto del amor romántico al amor consciente abre el camino a una nueva espiritualidad.

LAS MUJERES GUARDIANAS
En la gran empresa de laminado de la era patriarcal, la mujer no sólo ha sido despojada de todo valor y sometida al yugo, a la ley de lo masculino; también ha perdido su valor como iniciada o, al menos, lo ha sumergido en las aguas del inconsciente. Como Blancanieves o la Belladurmiente, es la princesa dormida, protegida de un destino más funesto merced a ese mismo sueño. Duerme y vela a un tiempo, como la semilla enterrada en el suelo durante las heladas del invierno, y aguarda la primavera de su alma. La mujer se resguarda y deposita en lo más hondo de su corazón el mensaje del amor, y nadie sabe quién vendrá a liberarla. Es la historia del Grial y de los caballeros que buscan la copa de la feminidad, el vaso sagrado.
Sin embargo, los caballeros de la Mesa redonda desaparecieron en el horizonte. No volverán, pues no compete a los hombres salvar el alma enferma del mundo, enferma por falta de amor. Las mujeres empiezan a saber que el caballero, el príncipe esperado, surgirá en ellas, y que la espera ha de sufrir una conversión: de exterior a de pasar a ser interior.
Se escucha una música muy lejana, aún quejumbrosa, doliente y disonante. La de las mujeres que se alzan y se despiertan en un ballet incierto. Estas mujeres, ¡qué incompletas y mutiladas están! ¡Cómo se buscan, se autodestruyen y se destruyen entre ellas, ignorantes de su belleza y hermandad! Sin embargo, las manos se levantan, se unen, esbozan la forma de una copa, hacen nacer un sol. Ese sol palidece y parece que va a desaparecer, pero de nuevo brilla por encima de las cabezas. Los cantos se hacen más melódicos, más poderosos. Una ola cae como lluvia fecundante sobre la sedienta humanidad. El canto del ser se extiende e irriga todas las almas. La esperanza de este mundo está en manos de las mujeres.


SOY MUJER por Alejandra Pizarnik


Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero.

Alejandra Pizarnik
Arte: Margarita Sikorskaia

DEJA IR LA URGENCIA por Melody Beattie



Una cosa a la vez.
Eso es todo lo que tenemos que hacer. No dos cosas a la vez, sino una cosa hecha en paz.
Una tarea a la vez. Un sentimiento a la vez. Un día a la vez. Un problema a la vez. Un paso a la vez.
Un placer a la vez.
Relájate. Deja ir la urgencia. Empieza calmadamente ahora. Toma una solo cosa a la vez.
¿Ves cómo todo se arregla?
Hoy haré en paz una sola cosa a la vez. Cuando tenga dudas haré primero lo primero.


Melody Beattie
El lenguaje del adiós
Arte: Lucy Campbell

FORTALEZA por Melody Beattie


No siempre tenemos que ser fuertes para ser fuertes. A veces, nuestra fortaleza se expresa siendo vulnerables. A veces, necesitamos deshacernos en pedazos para rehacernos, y seguir sobre el camino.
Todos tenemos días en que no podemos empujar más duro. En que no podemos contener las dudas en nosotros mismos, en que no podemos dejar de concentrarnos en el miedo, en que no podemos ser fuertes.
Hay días en que no podemos concentrarnos en ser responsables. Ocasionalmente, no queremos quitarnos el pijama. A veces, lloramos delante de los demás. Exponemos nuestro cansancio, nuestra irritabilidad o nuestra ira.
No tienen nada de malo esos días. No tienen nada de malo. Parte de cuidar de nosotros mismos significa darnos permiso de "deshacernos" cuando lo necesitamos. No tenemos por qué ser torres perpetuas de fortaleza. Somos fuertes. Lo hemos probado. Seguiremos siendo fuertes aunque tengamos el valor de permitirnos sentirnos temerosos, débiles y vulnerables cuando necesitamos experimentar esos sentimientos.


Melody Beattie
El lenguaje del adiós
Arte: Olesya Serzhantova

CONEXIÓN ENTRE MUJERES por Anne Wilson Schaef


Como mujeres, tenemos una gran capacidad de conexión unas con otras. Nos han educado para ser competitivas con otras mujeres y verlas como enemigas y competidoras.
También hemos sido educadas para ver a las demás mujeres como inferiores y se nos ha dicho que, si queríamos salir adelante, necesitábamos identificarnos con los hombres, o incluso volvernos como ellos o ser como ellos quieren que seamos. Todo ha sido muy confuso. Frecuentemente nos hemos sentido solas y aisladas.
Un factor principal de nuestra curación ha sido reconocer que somos mujeres y buscar la conexión con las demás. Nos vemos reflejadas en sus historias, y nuestra soledad cambia entonces en sentimiento de relación.
No estoy sola. Otras mujeres comparten mis experiencias. Curación y actitud de conexión son lo mismo.


Anne Wilson Schaef
Meditaciones para mujeres que hacen demasiado
Arte: Leticia Banegas

CANCIÓN DEL YO: LA ABUELA por Alma Luz Villanueva


Rodeada por mis escudos estoy.
Rodeada por mis hijos estoy.
Rodeada por el vacío estoy.
Soy el vacío.
Soy la matriz de la memoria.
Soy la oscuridad floreciente.
Soy la flor, carne primera.

En la oscuridad total habito-
-allí, contemplo el despliegue de la creación allí,
sé que empezamos y acabamos-
-sólo para empezar, una y otra vez-, otra vez.
En esta oscuridad estoy volviéndome,
volviéndome hacia un nacimiento:
el mío -una abuela recién nacida soy, mamando luz.
La serpiente del arco iris me cubre, de la cabeza a los pies,
en círculos sin fin -me cubre,
para que pueda yo vivir siempre, en esta forma u otra.
La piel que deja atrás resplandece con la pregunta,
con la respuesta, con la promesa:
«¿Te acuerdas de mí?»
«Siempre soy mujer.»
«La carne es flor, para siempre.»

Entro en la oscuridad, para entrar en el nacimiento,
para vestirme con el arco iris,
para oírla sisear con fuerza, claramente,
en mi oído interior: amor.

Estoy girando en espiral, estoy dando vueltas,
estoy cantando esta Canción de la Abuela.
Estoy recordando para siempre, de donde somos.

Alma Luz Villanueva
"Espejo del yo" , Christine Downing y Otros.
Imagen: Abuela Margarita, fotografía tomada de la Web.

DEL AMOR HUMANO por Robert A. Johnson


La gente queda tan hastiada de los ciclos y callejones sin salida del romance, que comienza a preguntarse si existe algo que sea "amor". Pues sí, existe. Pero a menudo debemos efectuar cambios de actitud muy profundos antes de poder apreciar qué es el amor y hacerle un espacio en nuestras vidas.
El amor entre seres humanos es una de las realidades absolutas de la naturaleza humana. Del mismo modo que el alma - Psique - era una de las deidades del panteón griego, también lo era el amor: se llamaba Eros. Los griegos entendían que, como un arquetipo del inconsciente colectivo, el amor era a la vez eterno y universal en la humanidad. Para ellos, eso bastaba para considerarlo un dios.
Dado que el amor es un arquetipo, tiene un carácter propio, trazos específicos, su propia "personalidad". Igual que un dios, el amor se comporta en el inconsciente como una "persona", un ser separado de la psique. El amor se diferencia del ego; el amor existía antes de que le ego ingresara al mundo. Cuando mi ego parta, el amor seguirá aquí. No obstante, el amor es algo o "alguien" que vive dentro de cada cual. El amor es una fuerza que actúa desde adentro, permite que el ego mire fuera de sí mismo, para ver a nuestros semejantes como algo a ser valorado y tratado con cariño, no apenas algo para ser usado.
Por lo tanto, cuando digo que "amo", no soy yo quien ama sino, en realidad, es el Amor que actúa a través de mí. El amor no es algo que hago sino algo que soy. El amor no es un quehacer sino un estado del ser: un vínculo, una ligazón con otro ser mortal, una identificación con él o ella que simplemente fluye dentro de mí y a través de mí, independientemente de mis intenciones o mis esfuerzos.

ENTREVISTA A MARION WOODMAN SOBRE ADICCIÓN Y ESPIRITUALIDAD


Rachel V: En La Virgen embarazada usted habla de cómo la curación tiene que venir a través de la herida. Esa paradoja me recuerda los comentarios de Cristo acerca de cómo los débiles pueden confundir a los fuertes.

Marion: El débil confunde a los fuertes. El yo consciente puede saber exactamente lo que quiere, puede moverse en la dirección correcta a lo largo de toda la vida de manera muy fuerte, dirigido a un objetivo y en un camino ambicioso, pero inconscientemente, un lado infantil de la personalidad puede abatir al yo. De hecho, hundirá al yo, a menos que esto se reconozca.
El lado débil es el lado adictivo, así que sólo funcionará el tratamiento con ese lado inmaduro / infantil que el individuo es en última instancia. La cadena es tan fuerte como lo sea su eslabón más débil. Es ese lado débil el que está involucrado con la divinidad, tal como yo lo veo. Esa parte infantil tan incontrolable, tan exigente y tan tiránica, es al mismo tiempo la que trae alegría y creatividad a la vida. Es el alma que no será silenciada. Enterrada en la materia, anhela el espíritu. Un anhelo de alcohol simboliza un anhelo de espíritu. Piense en los griegos con Dionisos, el dios de la vid. La intoxicación y la experiencia trascendente con el dios estaban íntimamente conectadas.
Piense en el simbolismo en la misa cristiana, donde el vino se convierte en la sangre de Dios y el pan en el cuerpo de Dios, el espíritu y la materia. Los alcohólicos anhelan el espíritu por estar tan sumidos en la materia, pero cometen el error de concretar esa búsqueda en el alcohol. Tal vez si ellos realmente entendieran lo que anhelan y pudieran entrar en el reino de la imagen, el reino del alma, entonces algo muy diferente podría comenzar a suceder.
¿Qué es esta terrible hambre en una adicción? Es como si toda nuestra civilización estuviera alimentando el hambre, no para satisfacernos, sino para hacernos más hambrientos. Ese es el sentido del “Yo quiero más, más, más de todo”. En los trastornos de alimentación, anorexia, bulimia, usted encuentra la misma impulsividad. Los adictos hacen todo lo posible para disciplinarse a sí mismos y pueden hacer un muy buen trabajo de 7 de la mañana a 9 de la noche. Luego se van a dormir. La fuerza de su yo se viene abajo y de repente emerge el inconsciente. Tan pronto como hace erupción el inconsciente con todos sus impulsos instintivos, el yo pierde el control. A continuación, la adicción se convierte en un tirano. Su voz es la de un niño perdido muerto de hambre: “Yo quiero, yo quiero, yo quiero, y voy a tener.” Hay una instancia de lo débil que confunda al fuerte.