3.



3 La vida creativa es esencial.


A menudo te preguntas cómo explicar a las personas tu devoción, testaruda si se quiere, por la creatividad, la producción y la vida artística. Sientes una vocación esencial hacia la vida creativa, hacia los grandes objetivos. Es difícil explicar esa clase de llamado. Algunos te dirán: ¨No digas nada, deja que los tontos se imaginen lo que quieran¨. Por mi parte, considero que hay algo más útil para decir, algo que puede sembrar una semillita en el intrigado, una semilla que quizá florezca con el tiempo.
Se trata de una frase breve, tierna y sin vueltas que aprendí cuando tenía siete años. Les rogué a mis padres que me dejaran ir sola a ver Las zapatillas rojas. Era, por lo menos, la décima vez que daban esa película, filmada en 1947, sobre una bailarina. En esa época todavía se podía dejar a un chico solo en el cine toda la tarde, aunque sólo hubiera una madre o un padre presente. ¨Chsss… Ahora cállate y escucha el noticiero. Siéntate. Quita los pies del asiento. ¿Dónde vives? ¿En un potrero? ¿Voy a tener que levantarme? ¡No me hagas levantar, eh!¨ Y todo eso.
Me había sentado en mitad de la sala, en una butaca áspera, rellena de crines de caballo. Las cabezas de los actores eran grandes como montañas y unas rayas negras aparecían y desaparecían en la pantalla. Tardé años en saber que no estaba lloviendo (incluso en los interiores) en todas las películas que había visto, sino que eran hilachas las que formaban esas rayas sobre el celuloide.
De pronto, apareció una mujer hermosa. Tenía los ojos grandes y se apoyaba en las mesas y las paredes como si fuera muy débil o algo así. (Nunca había visto a una mujer coquetear con su cuerpo.) Había un hombre que tenía el pelo tan brillante que parecía de charol. El hombre bajó la mirada. Su tono de voz me resultó muy poco familiar. (Jamás había escuchado la palabra ¨cínico¨. Tampoco conocía la palabra ¨sarcástico¨.)
Finalmente, la mujer hermosa resultó no ser para nada débil. Era una bailarina muy fuerte, que actuaba de ese modo cuando no estaba bailando en el escenario. La cuestión era que estaba dedicada íntegramente a su arte. La gente la había presionado para que dejara esa pavada de la danza, se casara y tuviera chicos. Pero ella se había negado.
El hombre del pelo de charol le preguntó con frialdad: ¨¿Por qué quieres bailar?¨ Ella lo miró, un poco desesperanzada, y le preguntó a su vez: ¨¿Por qué quieres vivir?¨
El hombre se sintió molesto por la pregunta, pero no quiso demostrarlo. ¨No sé exactamente por qué¨, contestó, ¨pero debo hacerlo.¨
Entonces la bailarina dijo con suavidad: ¨Esa es también mi respuesta¨.


Clarissa Pinkola Estés
Selección y traducción de Alejandra Abajo y Leandro Wolfson,
del audio libro The Creative Fire: Myths and Stories about the Cycles of Creativity (El Fuego Creativo: Mitos y Cuentos sobre los Ciclos de la Creatividad)
para la Revista Uno Mismo, nº 138, diciembre 1994, pps. 34-42

Digitalizado por Omar Daniel Pereira para Palabra Chamánica

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