LA PÉRDIDA DE LA INOCENCIA por Clarissa Pinkola Estés (Quinta Parte).

La bella imagen es del pintor búlgaro Valeri Tsenov

El precio de una vida creativa profunda es una cierta pérdida de la inocencia.

Perséfone es devuelta a su madre e impera el júbilo por doquier: brotan los capullos, las viñas se cargan de frutos, las parejas procrean, la vida vuelve a inundar la tierra. Pero hay un cambio importante: el tiempo que Perséfone ha pasado en el submundo la afectó. Aunque sigue rebosante de vida, ahora se ha vuelto más contemplativa, más comprensiva, capaz de mediar entre los mundos de la luz y las tinieblas. Ha perdido su candor, su ingenuidad, esa concepción del mundo que la llevaba a pensar que para que todo fuese lozano, profuso, bello, bastaba quererlo. En el mito, como en la vida real, la pérdida de la inocencia casi siempre obliga a cruzar un umbral más distante y traducir experiencias más difíciles. 
Este relato contiene, para aquellos cuya misión es crear, los que están enamorados de la creación o luchan con ella diariamente, una información decisiva: al contrario de lo que afirman quienes ven en la creatividad una utopía, si se la vive como se debe, nos transmite que una vida creadora intensa está lejos de ser paradisíaca.
Si lo fuera, sería perfecta; y, si fuera perfecta, no habría evolución, movimiento, desarrollo. En ese esquema mental tergiversado se postula que uno puede permanecer inocente para siempre, como Perséfone al principio. Es una bella fantasía, pero que no ofrece sustento a los laboriosos requerimientos que son propios de la vida creativa.
Si existe un arte ¨superficial¨ es porque la fuerza creadora del artista se ha visto enormemente debilitada por su esfuerzo de hacer que un proceso difícil se torne sencillo (o de creer que esto es posible). Falta, entonces, en la experiencia del artista, lo que aportan el ingreso en las tinieblas, la muerte y el retorno, o bien estos elementos no están integrados con el resto; por alguna razón han sido mantenidos aparte de la mezcla creadora. Estoy convencida de que el concepto de ¨madhurya pradhana bhakti¨ del que hablaba Gandhi, la creencia en que una vida de amor se funda en el descubrimiento de la profundidad y la dulzura de Dios, es otro modo de describir la meta básica que hay detrás del drama de ¨la pérdida y el retorno¨. El viaje en busca de la dulzura siempre pasa por la oscuridad.
En rigor, el sufrimiento causado por las pérdidas y reuniones de las fuerzas psíquicas (tal como lo simboliza este relato mítico), así como la lucha para alcanzar un equilibrio digno entre ellas, es lo que aleja al individuo de sus ideales excesivamente optimistas, sus anhelos soleados y risueños. Cuando un cuerpo crea sin este factor o más allá de él, la obra tiene una curiosa minuciosidad y la voz clara de su autor, muchos sentidos dentro del sentido.

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